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1/12/2022
Francisco Martínez | Co-Founder & CEO de emotionhack_
Recuerdo que la primera vez que le dije a mi madre que íbamos a poner en marcha emotionhack su respuesta fue “¿vas a hacerte pirata informático?”. Es común entender el hacking como algo peligroso y normalmente asociado a la informática. No me extenderé sobre ello, pero la razón principal de ello se encuentra en el hecho de que lo que “suena” cuando se habla de hackear es que es algo ilegal.
Sin embargo, hacking también tiene acepciones positivas. La principal es la de “hacking ético” cuyo mayor exponente en España es Chema Alonso (os recomiendo su blog si os interesa descubrir más). Pero también hay otras que se refieren a formas de resolver problemas o superar obstáculos que nos permiten hacer eficiente un proceso o incrementar los beneficios de una determinada actividad. Algunos ejemplos van desde repostar gasolina cuando la temperatura es baja en lugar de alta porque así entra más combustible en el coche a poner los limones 15 segundos en el microondas antes de exprimirlos para aprovecharlos al máximo.
Aparentemente algo como las emociones y hackear puede parecer contradictorio, y somos conscientes de ello. De hecho, utilizamos esta contradicción de forma intencionada. La razón de ello se encuentra en que nuestra sociedad omite, con carácter general, cualquier clase de formación en materia emocional. No existe un currículum académico en materia de educación emocional. Sin embargo, la realidad nos muestra que una formación en este ámbito es más necesaria que nunca después de los terribles momentos que hemos vivido durante la pandemia y que continuamos viviendo como consecuencia de los cambios que ésta ha producido en nuestro día a día.
La omisión de las emociones en nuestro día a día y de conversaciones abiertas sobre cómo las éstas nos ayudan a desarrollar otros aspectos de nuestra persona, a mejorar nuestro bienestar o nuestra salud mental, provoca que todo lo relacionado con las emociones se quede en un ámbito secundario y que no está relacionado con las necesidades profesionales de las personas. La tradicional división entre familia y trabajo ha llevado a ignorar que la persona lo es en todo su conjunto y que su rendimiento profesional se verá afectado por su situación personal y viceversa. El contar con herramientas que permitan a las personas lidiar con la incertidumbre, los conflictos y las necesidades supone y, cada vez de forma más acentuada, una ventaja competitiva frente a aquellos que no las tengan a su alcance.
Nuestra apuesta para facilitar que las personas se den cuenta de esto y comiencen a descubrir y desarrollar sus competencias a través de las emociones es utilizar la aparente contradicción entre emociones y hackear. En definitiva hackear emociones conlleva dos pasos:
Por tanto, en emotionhack tomamos una acepción positiva de hacking. Queremos que nuestros usuarios o emotionhackers lleguen a ser personas que tengan un dominio alto de sus emociones y, por tanto, la capacidad de desarrollar todo su potencial al máximo. Es importante recordar que para ser un buen hacker se requiere un alto grado de conocimiento de la materia que se va a hackear. En nuestro caso queremos proporcionar el conocimiento necesario para ser un buen emotionhacker y por ello nuestra misión pasa por hacer entender a nuestros usuarios qué es el mundo de las emociones, cómo reaccionamos las personas en distintas situaciones y qué estrategias, claves y técnicas podemos poner en marcha para gestionar mejor algo tan inherente a nosotros mismos. En nuestras propias palabras, cómo podemos hackear nuestras emociones para alcanzar la mejor versión de nosotros mismos. En el próximo post explicaré la relación que tienen las emociones y las soft-skills. ¡Seguimos!